Guerra Negra: Trump (III parte)

Guerra Negra: Trump (III parte)

Guerra Negra: Trump (III parte)

 

Guerra, credit Mary Blindflowers©

 

Guerra Negra: Trump (III)

.

Michel Fonte©

.

En lo presente, lo poco que Obama había conseguido en su política exterior con el propósito de arrinconar a Rusia estrangulándola comercialmente y militarizando los países confinantes, se está desmoronando de una manera inesperada, al mismo tiempo que no se ha detenido el avance chino en América Latina y en Oriente Medio, donde la guerra siria ha sido la ciénaga en que se ha hundido la diplomacia norteamericana. Los recientes acontecimientos confirman el triunfo del bloque Rusia – Turquía – Irán – fuerzas gubernamentales sirias y la pésima estrategia estadounidense, lo cierto es que, en 2010, las sublevaciones populares conocidas como Primavera Árabe (Revolución de los Jazmines en Túnez de 2010-2011, Revolución Blanca en Egipto de 2011, Guerra de Libia de 2011, Revolución de las Cintas Rosas en Yemen de 2011-2012) tenían como finalidad conseguir una alteración de las relaciones de fuerza en la industria petrolera que diera una ventaja sustancial a las empresas francesas, británicas y estadounidenses, al punto que se dijo que la “relación especial” entre EE. UU. y Reino Unido pasaba por BP (British Petroleum). La administración Obama programó a través de las revoluciones de 2011 derrocar a Al-Ásad rompiendo la alianza entre Damasco y Teherán, acción que habría podido frenar el efecto Reina Roja que caracteriza las inversiones militares de Arabia Saudí (tercer país por gastos militares con una cuota mundial del 5.2% y un incremento del 97% en el periodo 2006-2015) y balancear el peso de las principales potencias regionales (Irán, Turquía y Arabia Saudí), lo hizo armando, financiando y entrenando movimientos rebeldes y grupos paramilitares de matriz islámica (principalmente wahabitas de religión suní) de los cuales sucesivamente ha perdido el control, ahora EE. UU. y sus aliados, Qatar y Arabia Saudí, se encuentran en una calle sin salida, con un conjunto de formaciones (IS, Frente Al-Nusra, Al Qaeda, las YPG kurdas) que operan con total autonomía. La importancia de Siria no está ligada a sus reservas de oro negro (campo de Tayem, yacimientos de gas de Qarah, pozos de petróleo de Yezl, Hasaka y Deir Ezzor) – el país es un pequeño productor mundial – sino a su posición clave. Desde el año de su toma de posesión del cargo (2000) Rusia siempre estuvo cultivando buenas relaciones con el presidente Al-Ásad, dado que el país constituye la puerta principal para ingresar gas y petróleo a Europa directamente del Golfo Pérsico por medio de tuberías de nueva construcción, perder el ascendiente sobre ese estado significaría dañar las exportaciones de gas ruso hacia los países occidentales de la UE (25% de los consumos europeos provienen desde Rusia) que hoy en día representan el 20% del presupuesto nacional, no es un caso que las primeras manifestaciones de protestas en Damasco ocurrieron cuando después de rechazar en 2009 la propuesta qatarí para la realización de un gasoducto que habría de atravesar Arabia Saudí, Jordania, Siria y Turquía antes de llegar a Europa, en cambio Al-Ásad aceptó otro proyecto que permitía complacer tanto Rusia como China, se trata del acuerdo firmado con Irán en julio de 2011 que planea la construcción de la tubería islámica, un canal de 1.500 kilómetros y un costo de alrededor de 9.000 millones de euros, que atravesaría Irak y Siria convirtiendo a esta última en la plataforma principal para el transporte de petróleo y gas entre el Golfo Pérsico, el Mediterráneo, el mar Negro y el Caspio (“Estrategia de los cuatro mares”). Todo el conflicto sirio desencadenado por Obama y los aliados sunís (Qatar, Arabia, Turquía) contra los estados chiitas (Iraq, Irán, Siria) respaldados por Rusia, se puede resumir en dos motivos: tuberías y posiciones logísticas.

La nueva alianza ruso-turca, las represalias de Obama y el conflicto táctico dentro de la CIA

Los cinco acontecimientos que han producido el acercamiento entre Rusia y Turquía pueden ser así sintetizados:

  • Las excusas de Erdogan a Putin por el caza ruso derribado el 24 de noviembre de 2015 (26 de junio de 2016).

  • Intento de golpe de estado en Turquía por militares ligados al clérigo Fethullah Gülen, jefe del Movimiento Hizmet, residente en Saylorsburg, Pensilvania, y que llama en causa directamente a EE. UU. (15 de julio de 2016).

  • El relance del proyecto Turk Stream para una nueva tubería capaz de transportar el gas ruso a Europa esquivando el atasco del conflicto ucranio (convenio intergubernamental del 10 de octubre de 2016 y aprobación del parlamento turco del 2 diciembre de 2016).

  • Asesinado del embajador ruso Andréi Kárlov en Ankara (19 diciembre de 2016).

Se puede también suponer un quinto acaecimiento, el estrello del aeronave militar Tupolen en el mar Negro el 26 de diciembre de 2016, que a pesar de ser calificado por el gobierno ruso como un simple siniestro, deja demasiadas dudas para no sospechar que se trate de una bomba y por eso de un ataque terrorista inspirado por agentes extranjeros infiltrados. El principal error cometido por el servicio de inteligencia estadounidense ha sido planear el golpe de estado en Turquía, el propósito era producir un alejamiento definitivo del país de Rusia, de esta manera habría logrado el control casi total de la región caucásica y cerrado todas las rutas alternativas para el transito del gas ruso hacia occidente, el plan ha fracasado porque probablemente alguien que participaba en el complot traicionó o se echó para atrás permitiendo la huida de Erdogan. Este malogro se ha sumado a la incapacidad de lastimar la economía rusa, por el contrario las medidas adoptadas por la UE han empujado a Putin a intensificar su relación con Oriente para encontrar en el breve periodo un mercado accesible y provechoso para el suministro de gas ruso. El acuerdo entre Gazprom y la Corporación Nacional Petrolera de China (CNPC) para la construcción de la larga tubería (4.000 kilómetros) Fuerza de Siberia (Sila Sibiri en ruso) firmado en 2014, tuvo una aceleración en mayo de 2016, cuando las dos partes se comprometieron a realizar 80 kilómetros del tramo transfronterizo a partir de junio, con el fin de empezar a proveer de gas ruso a China ya en 2018. Si los intereses rusos y chinos se juntan es lo peor que le puede pasar a EE. UU., el pastel de los hidrocarburos es bastante grande para que se puedan compartir los beneficios, en este momento la prioridad de Trump es achicar el papel de China encontrando un acuerdo energético con Rusia con la definición de respectivas esferas de influencia. Durante todos estos decenios el gigante asiático ha conducido su expansión en el mundo no desencadenando guerras sino gracias a una extraordinaria capacidad de inversión, de otra parte, el principal desafió chino, incluso las contradicciones de un desarrollo económico que vive de una creciente e improrrogable divergencia entre las condiciones y los salarios del campo y los de los grandes centros urbanos, es la falta de recursos energéticos, problema que ha intentado solucionar entrando en los mercados internacionales con una agresiva organización comercial y ofreciéndoles billones de dolares a los gobiernos de muchísimos países para incubar proyectos empresariales. Actualmente China trae su principal combustible del carbón, siendo a la vez el primer productor del mundo y consumidor, de hecho, consigue cerca de dos tercios de su energía eléctrica en estaciones de energía a base de carbón, y además es importador del mismo producto de Vietnam, Australia y Rusia. Desde este último país, a partir de 2011, adquiere también 15 millones de toneladas de petróleo a través de un ramal que une la localidad rusa de Skovorodino con la ciudad china de Daqing, y 30-50 millones de toneladas de crudo a través del oleoducto Siberia Oriental-Océano Pacífico (SOOP), de 2.046 kilómetros de largo. China posee unas reservas manifiestamente insuficientes para satisfacer su demanda anual, mientras que Rusia es una superpotencia de los hidrocarburos en cuanto es el segundo productor global de gas natural, con una cuota del 17.8% superada sólo por EE. UU. (21.4%), y el primer exportador con las mayores reservas del mundo, es también el tercer productor de crudo a nivel mundial con una cuota del 12.3%, tan solo por detrás de Arabia Saudí (13.2%) y EE. UU. (13.1%), y el segundo exportador, además de contar con la decimoquinta reserva más importante del planeta con 10.600 millones de toneladas (datos AIE Key world energy statistics 2016). Como confirman los datos de la Agencia Internacional de la Energía, la Federación Rusa está consolidando su posición como principal abastecedor de petróleo de China con 1.12 millones de barriles por día (bpd). el esquema de los acuerdos entre las dos potencias es siempre lo mismo, la primera asegura el abastecimiento de gas y petróleo a un precio fijo determinado durante un largo tiempo entre las partes con referencia a algunos parámetros, y la segunda pones los capitales para las inversiones. Esta coalición es la que ha desencadenado un conflicto en la CIA denunciado por el mismo Kremlin de Moscú, la realidad es que durante estos años la política estadounidense se ha mostrado a menudo más intransigente con Putin que con su homólogo chino Xi Jinping, tal vez porque China es el principal tenedor de sus bonos estatales con 1.25 billones de dólares, casi el 7% de aquel 32.5% de deuda en manos de inversores extranjeros (el 67.5% queda en la disponibilidad de entidades y ciudadanos de EE. UU.), que a partir de junio de 2016 han empezado como efecto colateral del conflicto sirio una venta masiva de su deuda, encabezados por la misma China, Rusia y Arabia Saudí. Lo que Obama, el partido demócrata y parte de la élite del partido republicano, en particular, los Bush, el presidente de la Cámara de Representantes Paul Ryan y el senador John McCain están intentando, es poner trampas para bloquear el cambio de la política exterior, en eso se avalen de las diferencia de opiniones que existe entre los expertos del Directorio de Análisis de la CIA, en que se enfrentan dos corrientes, una que piensa que es necesario quebrar la alianza ruso-china y la otra que considera la guerra global y la contra-inteligencia objetivos prioritarios para neutralizar de una vez por todas Rusia, China, Israel e Irán, en este discurso cabe el asunto de la ciberseguridad que ha desatado la notoria polémica entre EE. UU. y Rusia y la consiguiente expulsión de 35 diplomáticos por la supuesta injerencia en los comicios presidenciales del 8 de noviembre con ataques informáticos contra la candidata demócrata Hillary Clinton (orden presidencial del 29 de diciembre de 2016). En verdad, el tema no es para nada nuevo, ya en marzo de 2015 la CIA anunció en un comunicado de su director John Brennan la creación de una quinta unidad especial de investigación nombrada Directorio de Innovación Digital, cuya actuación es establecer una posición de liderazgo para supervisar la aceleración de la integración digital y cibernética en todas las áreas de misión de la agencia, eso porque si la tecnología digital es muy prometedora para la excelencia de la inteligencia, al mismo tiempo plantea serias amenazas a la seguridad de las operaciones e informaciones así como a los amplios intereses de los Estados Unidos, por lo tanto, aparece raro que el Departamento de Seguridad Nacional, el de Defensa y sobre todo la CIA se encontraron impreparados, puesto que los casos Snowden (2013) y WikiLeaks de Julian Assange (2009) ya habían representado una importante amenaza a la seguridad informática nacional.

Según Trump y el círculo cerrado de sus consejeros, se está armando un escándalo sin sentido por parte de una élite enfadada por la derrota y que teme ver afectada su posición de dominio, una reivindicación que incluso encuentra expresión en el informe del Consejo Nacional de Inteligencia “Tendencias mundiales: Paradoja del progreso”, que parece escrito por un conjunto de multinacionales ya que se alaba el liberalismo y la necesidad de protegerlo del populismo tanto de derecha como de izquierda, que en occidente retan la prosperidad y el orden democrático, un pensamiento muy similar a el de Bill Gates que considera el nacionalismo y la disminución del libre comercio como un delito. La solución que el informe propone, es consolidar las tradicionales alianzas con los países occidentales, endurecer el desencuentro con Rusia y China y seguir con una actividad militar global, olvidando cualquier tentación de resucitar la Paz Americana típica de los anos 50′ en que no se generó ningún conflicto armado directo entre las principales naciones mundiales (EE. UU y Unión Soviética) y no se usaron armas nucleares. Pues, todo lo contrario de lo que prospecta Trump, el nuevo presidente desea utilizar Rusia en clave anti-china como primera pieza de un puzzle más amplio, de otra parte, no es la primera vez que pasa, a parte durante la segunda guerra mundial cuando el país de Stalin fue el principal baluarte al ascenso nazi, el mismo Kissinger, bajo la presidencia de Nixon y en plena guerra fría, estableció un programa de ventas de artículos militares a la Unión Soviética, asunto relatado por el economista e historiador Antony Sutton en su ensayo “Suicidio Nacional: la ayuda militar a la Unión Soviética”, con el cual se proporcionaba asistencia y tecnología bélica a los soviéticos mientras estos apoyaban a los nordvietnamitas en sus esfuerzos de guerra contras las tropas estadounidenses. En su libro Sutton denunció que los soldados americanos morían en Vietnam por culpa de la misma tecnología norteamericana, eso atestiguaba la capacidad del imperio de perseguir dos objetivos opuestos como detener el comunismo y generar ventas multimillonarias de armamento al enemigo, complaciendo al complejo industrial-militar. Ahora, el propósito de Trump es acercar Rusia a Occidente, para hacerlo es necesario concretar un duopolio energético bloqueando la diversificación de los mercados de exportación de Rusia, asegurar las condiciones de estabilidad en los mercados de hidrocarburos con una demanda consistente y precios rentables para los principales productos de exportación, secundar la consolidación de la posición de las empresas energéticas rusas en el extranjero a condición de tener negocios prioritarios con empresas occidentales, y, por último, favorecer la cooperación internacional entre EE. UU. y Rusia en los grandes proyectos de explotación petrolera y tuberías.

.

https://www.youtube.com/watch?v=RklFXqPh6ME

https://antichecuriosita.co.uk/il-destrutturalismo-punti-salienti/

Post a comment