La cocina de mafia

La cocina de la mafia (parte prima)

La cocina de mafia

 

La cocina de mafia

Insalata di piovra, credit Mary Bindflowers©

 

Di Michel Fonte©

.

EL ARTE EN LA MESA

LA COCINA DE LA MAFIA:

DESDE DON VITO CASCIO FERRO HASTA LOS SOPRANO (II)

Con referencia a la mesa, Lucky Luciano, crecido en el barrio de Lower East Side, siempre mostró una propensión hacia una gastronomía internacional, disfrazado de cocinero elaboraba varios menús, pero el hombre que colaboró a ayudar el gobierno de Estados Unidos durante la invasión aliada en Sicilia obteniendo como contrapartida su libertad con deportación a Italia, tenía una carta preferida que comprendía:

Caviar y salmón ahumado

pastasciutta a las sardinas

solomillo de buey a la napolitana acompañado de espárragos a la crema de oveja

ensalada y sabayón

dulces de almendras.

Su biografía está narrada de manera camuflada en Érase una vez en América (1985) de Sergio Leone, cuando durante su adolescencia junto a los judíos Meyer Lansky y Bugsy Siegel, se dedicaba a robos, chantajes y vendida de heroína y morfina en el suburbio de “East Harlem”, en aquel tiempo nombrado “Italian Harlem”. En la película, muy linda es la escena en que uno de los chicos de la banda, Patsy, compra un postre para entregárselo a Peggy, una joven de vida alegre, a cambio de sexo, pero no resiste a la tentación de probarlo y esperando su llegada empieza a rebañar los bordes con los dedos. La comida demuestra toda su capacidad de seducción y certifica la ambientación multiétnica de la infancia del rey del crimen, visto que el pastel es comprado en una confitería judía en un tiempo en que los viejos mafiosos seguían declarando todo su apego a la manduca italiana, lo evidencia la obsesión por la naranja en las películas de El Padrino. Esta fruta aparece cada vez que se está por cumplir un homicidio o una traición, como en la secuencia inicial de la boda en que Sal Tessio (Abe Vigoda), aliado de la familia Corleone, se pone a pelar una naranja, seña que anuncia su sucesiva conspiración, o cuando en la feria del barrio italiano Don Fanucci palpa unas naranjas antes de ser matado por el joven Vito Corleone (Robert de Niro) que las recibirá en el mismo mercado como demostración de respeto, además, Michael Corleone (Al Pacino) tiene una entre las manos mientras platica con Don Tommasino (Vittorio Duse) sobre la posible deslealtad de Don Altobello (Eli Wallach), el mismo capo se la come en La Habana mientras mira con sospecho a Hyman Roth (Lee Strasberg) sentenciando su muerte por felonía, otra vez una naranja cae en la mesa durante la cumbre de los jerarcas mafiosos antes del tiroteo desde el helicóptero que se convierte en una carnicería, y por último aparecen los cítricos en el momento en que el nieto de Michale Corleone, Vincent (Andy García), liquida a Zasa (Joe Mantegna). Todos los hombres de honor de El Padrino viven a la sombra del naranjo que guarda un significado esotérico siendo el único árbol presente en el Jardín de las Hespérides, el huerto mágico de Hera situado en el oeste donde crecía dando sus manzanas de oro que proporcionaban la anhelada inmortalidad. La planta quedaba bajo la vigilancia de Ladón, un monstruo de cien cabezas, cada una hablando una lengua diferente, que según la interpretación de Diodoro, historiador nacido en la provincia romana de Sicilia, representaba el pastor humano cuidando su rebaño de ovejas, al parecer, los dioses gentiles eran personajes reales de un pasado mal recordado en que el sentido de los mitos no era alegórico ni fantasioso sino de pura naturaleza histórica y social. Esa lectura, definida evemerismo, refleja la sed de poder y respeto de los mafiosos, ellos quieren que su soberanía sea real y contundente en la vida cotidiana de las personas a la vez que ambicionan a la inmortalidad no tanto personal cuanto familiar, un objetivo que persiguen sustituyendo al dragón de las Hespérides por “El Pulpo” (“La Piovra” en italiano), un animal marino con muchos tentáculos en que hay diseminados cerebros pequeños conectados con el gran encéfalo, se trata de una imagen extraordinaria que simboliza la unión de los clanes bajo el mando de la gran familia del jefe de jefes. No es casual la elección de este animal carnívoro con los sentidos muy desarrollados, tres corazones y la capacidad de enfocar la vista a los cambios de luz, que aunque dotado de gran inteligencia, fuerza, memoria y aprendizaje, prefiere pasar su tiempo mimetizado en grietas – incluso arrugando su piel como una roca – y manifestar su presencia en la oscuridad, lo negro de la noche para cazar y lo negro de su tinta para escapar de los predadores. Este color trae a la mente la novela de Leonardo Sciascia, Negro sobre negro (1979), en que el escritor narra varios asuntos políticos, sociales y delictivos, como la muerte del bandido Giuliano y el asesinato de Aldo Moro, llegando a la conclusión de que Italia “es un país sin verdad”, donde el luto se lleva hasta que se cumpla con la venganza visto que no se puede esperar justicia.

Volviendo a la comida y a sus negocios, la carne es uno de los alimentos preferidos para ganar dinero, familias palermitanas como Di Maggio de Torretta, Badalamenti de Cinisi y Ganci de Palermo, desde siempre se dedicaron al comercio de este producto invirtiendo en mataderos y charcuterías, además, Tano Badalamenti, alias Don Tano, líder de la Comisión desde 1974 a 1978, fue el que organizó la llamada “Pizza Connection”, un tráfico de 1,65 mil millones de dólares en el que se usaban las pizzerías del medio oeste estadounidense, en que residía (Michigan) Emanuele Badalamenti, uno de sus cincos hermanos, para distribuir, entre 1975 y 1984, heroína y cocaína proveniente desde Oriente Medio. Lo de las pizzerías y de las tocinerías es un tema que vuelve a menudo en la historia y cinematografía de la Cosa Nostra tanto italiana cuanto estadounidense, atestiguando sus antiguos enlaces de sangre. En lo que concierne a la realidad, el asesinado de Louis Barbati en en el vecindario Dyker Heights de Brooklyn en 2016, estuvo relacionado con un jugo de tomate. El hombre dueño del restaurante L&B Spumoni Gardens de Bensonhurst, acusó a un ex-dependiente, Eugene Lombardo, de haber robado la receta de salsa para preparar pizza en su nuevo local de Staten Island, llamado The Square, pues, decidió ir a hablar con él acompañado por Francis Guerra y el jefe jubilado Anthony Colombo, dos importantes exponentes de la familia mafiosa Colombo que siempre ofreció “protección” a la tienda llegada a la cuarta generación. Lombardo, después de sufrir amenazas y un intento de extorsión de su rival, le pidió ayuda a Anthony Calabrese, cercano de otra familia de The Mob, los Bonanno. Durante una cita en el Panera Bread Cafe de Brooklyn, los dos clanes encontraron un acuerdo que preveía una indemnización de 4 mil dólares a favor de los Colombo, una cifra que estaba muy por debajo de su pedido (una cuota de la tienda o un resarcimiento de 75 mil dólares), probablemente, estos últimos siguieron chantajeando a The Square, así que la respuesta de los Bonanno fue acabar con Louis Barbati. Respecto a la cinematografía, Anthony Soprano, el protagonista de la formidable serie Los Soprano, usa la charcutería Satriale para diseccionar cadáveres de enemigos que tienen que desaparecer rápidamente, ya se habla de otra Mafia que ha perdido su identidad italiana y con la que se afirma una cocina mestiza, porque si es verdad que el jefe conserva los lazos con sus orígenes ingiriendo de manera desmesurada pasta, embutidos, cannoli, parrillada de carne (que organiza en el jardín de su casa) y el famoso “pollo alla cacciatora” preparado por su mujer Carmela, al mismo tiempo está acostumbrado a los manjares americanos como la naranja sintética, los botellones de zumo y leche, los sándwiches y los helados industriales, que oscilan entre la comida veloz (fast food) y la que basura (junk food). Por suerte, el mafioso moderno sigue yendo al restaurante, donde el amigo de infancia, el cocinero Artie Bucco, lo acoge con mucho cariño en la tienda El Nuevo Vesuvio para saborear los platos típicos de Avellino, su tierra natal. Vuelve otra vez este lugar desde el cual los progenitores de Anthony Soprano emigraron en búsqueda de una vida mejor, la que ha conseguido y que le permite transcurrir mucho tiempo en el Bada Bing, su club de estríperes y prostitución, en cuya trastienda recibe sus asociados y soldados para discutir de negocios, emulando las actitudes vanidosas de John Gotti, Don Teflon, que tenía su cuartel general en el Ravenite Social Club de Little Italy.

A lo mejor no es el género de mafia que deseaba construir en el nuevo mundo Don Vito Cascio Ferro, que desde 1909 organizó la emigración hacia Nueva York. El tío era muy reservado y sólo salía de casa cuando había que actuar, luego volvía y se ponía a la mesa para disfrutar su tradicional almuerzo en que nunca faltaban queso de cabra a la Caltanissetta y cassata, de otra parte, postres y comida de lujo siempre les gustaron a los mafiosos, en El Padrino III, Don Altobello muere sofocado por unos cannoli, mientras en la séptima sección de la cárcel Ucciardone de Palermo, los hombres de honor comían langostas y tragaban “Dom Pérignon” no teniendo nada que envidiar a las cajas de “Monsciandon” (Moët & Chandon) ordenadas por el cruel capo Toto Riina, apodado la Bestia o el Corto, para festejar cada vez que uno de los invitados a la mesa terminaba ejecutado por su decisión.

No todos los jefes eran tan pretenciosos, por ejemplo, el padrino Bernardo Provenzano prefería una dieta vegetal a base de achicoria, sin embargo, los que quedaron en la historia lo hicieron también gracias a sus menús, como el de Don Genco Russo, jefe de la organización siciliana, que en 1963 acogió a Frank Sinatra en el hotel Sole de Palermo, llegado como intermediario para solucionar unos contrastes entre las dos mafias, la italiana y la americana. El Don lo hizo esperar unas horas y media antes de recibirlo, “La Voz”, cuando lo vio, se arrodilló y le besó la mano derecha, pero su presencia al jefe le dio igual, no quiso escuchar lo que le mandaban a decir, hacía poco que había muerto Lucky Luciano y los nuevos mandatarios del país de Tío Sam se habían atrevido a cuestionar su poder, Sinatra tuvo que sentarse en una mesa del fondo durante un banquete en que le suministraron:

pasta-cicci (sopa siciliana a base de macarrones, carne de cerdo y garbanzos sumergidos en una mezcla de jugo y aceite de oliva)

bollito misto (carne acompañada de verduras cocidas)

una pierna de cordero a la manera de Agrigento (con salsa de anchoas)

alcachofas, espinacas y membrillos al horno

flan de castañas (para el postre).

El almuerzo abundante y sabroso no ocultaba el disgusto de Don Genco, el cantante fue ignorado y dejado de lado durante todo el tiempo de la comilona campesina, sin embargo, tuvo que guardar respeto y silencio, quizás mas tarde celebró su conducta en una canción, A mi manera (My Way), que contenía un claro mensaje:

Arrepentimientos, he tenido unos pocos

Pero igualmente, muy pocos como para mencionarlos.

Hice lo que debía hacer

Y lo hice sin exenciones.

Planeé cada programa de acción,

Cada paso cuidadoso a lo largo del camino.

Y más, mucho más que esto,

Lo hice a mi manera…

Pero al final,

Cuando hubo duda,

Me lo tragué todo y luego lo dije sin miedo.

Lo enfrenté todo y estuve orgulloso,

Y lo hice a mi manera..

Tiempo después, cuando los Gambino y los Colombo fueron convertidos en cadáveres, la estrella de Hollywood no sólo comprendió el enigmático silencio de Don Genco sino también que hay un un tiempo para callar y un tiempo para hablar.

https://antichecuriosita.co.uk/il-destrutturalismo-punti-salienti/

https://www.youtube.com/watch?v=qzveub-ChDQ

 

Post a comment